Caminata nocturna.


Quiero llegar a mi casa.
Quiero llegar.
Salgo del agujero de grasa, azul estulticia y solapadas fauces
Y encuentro la ciudad que duerme
Ante indómitos cánticos lunares
Que pescan
Usando de cebo la goma feudal de los sueños
A los individuos de largos miembros.
Sólo quiero llegar a mi casa.



Los múltiples ojos, faros ciegos de incertidumbre y progreso,
Vuelcan sus cuencas vacías
Y como ellos, vacían mi sombra
Y la multiplican y la destruyen mil veces y la raptan
Y la congestionan de grandeza fútil.



Estoy solo.
Siempre estoy solo, pero ahora la soledad me troncha
Como si fuera un tácito cincel
Y yo argamasa y yo humo.
Estoy solo.
Tal vez, alguna vez, es posible,
Que haya estado rodeado, pero no recuerdo, se me fueron
Las palmadas, la irrisión y la especie
Y todo…


Estoy solo.

Quiero llegar a mi casa.
No deseo riqueza, ni sexo, ni paulatinas energías extranjeras,
No quiero nada de eso.
Eso lo pueden subastar, etiquetar, catalogar,
¿Y dónde inventarías,
Con que marcador indeleble de punta gruesa,
Lo sueños de este mamífero lactante
Que sólo quiere llegar a su casa?
¿Dónde está ese mapa conceptual


Del querer encerrarse?

Negocios, negocios.
Anuncios luminosos de neón y pasiones efímeras,
¿Qué me venden?
Pasto, dobleces de la existencia,
Nihilismo,
Objetos de plástico verde, carne azucarada de negligencia social,
Drogas,
Comida de exóticos lugares, dinteles, mierda;
Mucha mierda…
¿Alguno de ustedes me vende
El mapa seguro, la coordenada latente y no esquiva


Para llegar a mi casa?
Pasan los autos.
El viento se inclina, se triza y su boca encadenada por Eolo
Revienta,
Y su estertor llega a mí, muere en mí, sobre estos pelos
Cenizos de labrador español, de rebelde.
Pasan los autos,
Con sus luces,
Parece que se conducen solos
Que se tragaron al animal y viajan caóticamente
Por el mundo de asfalto y acero.



Los espíritus murmuran,
Están inquietos,
Se inclinan sobre las ramas de los adustos árboles,
Dejan sus manos caer, dejan
Sus fauces descoyuntarse…
Sólo quiero llegar a mi casa, les digo,
Déjenme solo…
Dejan las invisibles señas de cefalópodos
Y el rumor sobre lóbregos caminos
Y el vals que nunca bailaron y nada.
Sólo quiero llegar a mi casa,
Déjenme solo…



Piedras
En mis pies.
Hogares de risas lejanas,
De vidas y mentes lejanas,
De regiones lejanas.
La luna
Y su conejo eterno y acrofóbico
Y los sueños esperanzados de los ripios y el talento.
Soledad más que nada;
Soledad salvaje como lobos y tigres,
Cuyas zarpas gustan mi garganta;
Soledad espesa como un campo de yedra y
Color enfermo y sucias tribulaciones
Y silencio…
Sólo quiero llegar a mi casa…



No pido más…












Muy poético, ……….


Luis Ureña Búrquez

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