Debo aprender a hacer trampa.


El diablo es un jugador hábil y certero
No perdona,
Me observa con mis ojos, vibra su cola y siento,
Como si tuviera diarrea,
Que el recto está lleno.

Voy al baño y me roba las cartas.

Cuando estoy solo me susurra al oído:
“No podrás ganar,
Ves  mi mano, ves mis ases, ves mis reyes y mi imperio,
Todo lo que es debe ser y será.
No podrás ganar.

Eres demasiado orgulloso para asaltarme.
Las vibraciones no te pertenecen
Eres demasiado blando para ganar esta partida.
Amigo, conocido de toda la vida, mi hermano,
Ríndete para no tener que humillarte”.

Permanezco inmóvil y ahí libera su jugada…

Las mujeres observan ese duelo de inteligencias
Y sacuden sus raquíticos culos
Para intentar  desdeñar  la derrota
Y se espolvorean los senos
Para que quede perplejo.

El diablo juega con ellas:
“Bomboncito sensual, gata infernal, prostituta almizclera,
Te daré todo lo que tú quieras:
Burbujas, vergeles, poder, hollar la estrella
Y te prestaré mi pene de treinta centímetros”.

Ellas, por supuesto, ríen y permanecen de su lado.

Pierdo la concentración con todos esos
Perfumes de terrenos baldíos,
En esos algoritmos y poluciones
De sociedades cazadas por sus pecados
Con todos esos cabellos mancillados.

Las mujeres danzan, se desnudan, abrazan a no sé qué
Criaturas indivisibles e intangibles.
Envilecen su brote prenatal.
Las mujeres ríen como diosas, pero hablan
Vulgaridades como patos, como liebres, como cerdas en celo.

Las mujeres son como animales en celo, me dice… pero no le presto atención.

Trato de no prestar mucha atención,
Cierro  con viril osadía mi mano,
Miro sus cuencas de espejo empañado.
Sé que prepara algo,
Un río pegajoso resbala por mis sienes.

“No podrás, tú luz no perfora tanta oscuridad,
Ni el más digno y poderosos titán puede vaciar el universo.
Me gusta jugar, siempre que entro a tu mesa,
Se preparan los naipes, castigamos el destino
Y danzamos sentados y callados hasta que sangran los relojes”.

Debo admitir que eso es cierto… Debo admitir muchas cosas…

Hombres fuertes se posan a mis costados.
Parecen ser sus guardaespaldas, susurran, me aturden.
Estúpidos seres, ríen como hienas o callan,
Se trata de comerme, se trata de deglutirme.
Pierdo tiempo discutiendo con semejantes imbéciles.

Pierdo tiempo de inexplicables maneras.
Baño, comida, calle y gasolina, hombres y mujeres.
El diablo espera pacientemente, probando sus milenios.
Espera mi jugada después del océano.
Aguarda el momento de derrotarme completamente.

Pues siempre termino perdiendo…

Ya sea por las miríadas de cometas de abigarrados colores.
Ya sea por el efluvio a cloaca y panacea de los culos.
Ya sea por el esplín de los mediocres habitación.
Por lo que sea, por lo que encontré o se extravió.
Ya sea por mí.

Sé que es un animal de presa, una boa, un cíclope
Lo veo a la cara y lo detecto, al otro lado de la mesa, justo enfrente,
Y después nada, adónde fue, sólo veo un bebé,
Sólo feos disfraces, sólo un edificio camuflado bobamente.
Vaya, diablo, tu buen gusto y tu maldad no tienen límites.

Tiene buen gusto en sus formas y en sus disfraces; todos se me parecen…

Pero deberé ganarle, deberé vencerle,
Ya sea por la carta del bufón, ya sea por la reina hirsuta
Veré sus dedos temblar, veré sus cejas arqueadas de asombro,
Veré su sudor rabioso brillar en la atmósfera terrorífica.
Reiré, sé que reiré hasta que canten las ninfas.

Deberé hacer trampa, guardar la carta triunfal en la manga,
Que ninguna prostituta ni guardaespaldas me la encuentre.
Deberé hacer trampa, tirar de su barba de chivo,
Omitir mi dignidad y mi orgullo una tirada.
Deberé hacer trampa para quitarle hasta el tridente.

Deberé aprender a hacer trampa…


Luis Ureña Búrquez  

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