La magia del suceso.

Con risas, lágrimas y aplausos se despiden miles de jóvenes del mago que los acompañó en su infancia y adolescencia. Llenos de nostalgia y con la esperanza de material sorpresa que les ofrezca un “hasta luego” y no un adiós definitivo como se sabe hasta el momento, los jóvenes y hasta unos cuantos emocionados adultos, se declararon totalmente satisfechos con la última entrega de la saga.

Semanas antes de la tan esperada función, las filas en la taquilla para asegurar la asistencia al irrepetible evento no se hacían esperar. Según algunos de los asistentes, fue por perseverancia el hecho de conseguir los codiciados boletos; pues la hazaña consistió en llamar casi diariamente a los cines para hacer presión en los vendedores y poder obtener así su pase seguro.

Pero las filas no eran únicamente para la compra de boletos. Los asistentes, ya con boleto en mano, hacían filas para entrar a las salas por hasta dos horas con el fin de obtener el lugar más placentero y con mejor visibilidad. Ni hablar de los expendios de golosinas, que seguramente generaron ingresos que han puesto a sus correspondientes dueños de muy buen humor.

Cuando los asistentes a la función de las 4:40 de la tarde en la sala 9 de Cinépolis Galerías pudieron ingresar y ocupar sus asientos de forma apresurada pero ordenada, comentaban lo emocionados que se encontraban y sus expectativas con respecto al libro del cual se basa la película originalmente.

La película dio inicio así, sin más aviso que la oscuridad repentina y la imagen de la casa productora de la cinta en la pantalla. Los avances de otros filmes y la publicidad en general brillaron por su ausencia, pero ningún asistente los extrañó, muchos ni siquiera lo notaron, pues de ese modo era menos la espera para que el fin comenzara.

Palomitas siendo trituradas por cientos de dientes a la par, bolsitas de celofán haciendo acto de presencia y uno que otro cuchicheo para explicar al que no se puso al corriente con las últimas películas en qué consistía lo que ahora veía, eran parte de lo que se podía escuchar si se dejaba de prestar atención a la excelente música de fondo y a los diálogos que las bocinas de la sala emanaban.

Después, fue el sonido de aplausos lo que sobresalió en la sala. Aplausos que no esperaron hasta el fin de la película para hacer su aparición, sino que irrumpieron en momentos que según sus creadores eran “justos y necesarios”, acompañados claro de expresiones de satisfacción o felicidad en los rostros. Las lágrimas también fueron ejemplo clave de las emociones que se logran transmitir..

Al terminarse la función, y después de una ya esperada ovación del público, la sala volvió a quedar vacía; como si ahí todo ese éxtasis no hubiese ocurrido. El exterior de ésta, sin embargo, seguía transportando a quien la visitaba a ese mundo mágico lleno de emociones y sensaciones diferentes, por la curiosa variedad de disfraces temáticos, que simulaban que al salir de ella nos encontrábamos en la prestigiosa escuela de magia y no en un común y corriente centro comercial.


 Paoo Campbell

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