Micheleada, Inteligencia emocional.

Inteligencia emocional
te arrincona entre espasmos neuronales,
arranques irracionales  y

Turbulentas noches caídas en silogismos.
Una tarde benigna, un beso caído,
unos labios hinchados.

        Arranques… Explota tu verdad.

          Quedarás estancado en el lodo de tus ideas
          y con un cuerpo cansado de tanto no andar
            andarás lo que creíste andar.


Inteligencia emocional
lleva de la mano el desvarío
los sueños revueltos en estiércol
y solapas de papel.

Es hora del canto
los pasos usan la lluvia,
esconden el momento preciso
donde tu adiós serán los ojos
del padre confuso.


            Inteligencia emocional…
            te pudriré en lo recóndito de tu raciocinio.
            Es el tiempo del azar
            Hay que dejarlo todo a la suerte.

¿Pues dónde está tu lente
para ver mas allá de las letras

Que siempre entras en estado de letargo
por no comprender sus significados
y solo te basas en tu recuerdo elocuente?


Una mañana el sol iluminará
pero la noche llega para calmar
ese calor que aturdió.

¡Ya no tragues lo que has tragado
esa experiencia crece la esencia
y la volatiza en estrellas de silencio.


Un reporte del cuerpo,
un beso jadeante
un momento equívoco.
Vuela ya, disfruta el presente

De las secuelas del ayer
eres lumbre, fuego y misericordia.


Preséntate… Quizá mañana
no hay dueño para los sueños que fundiste
entre almohadas y sábanas
entre piernas y brazos que te envolvieron
después del cansancio de unas cervezas
o probablemente una botella de mala paga.


Extrañamente es hora de que llueva café
y en tu cocina
los utensilios te arrinconarán en los cajones
buscando respuestas para las que jamás tendrás
la clarividencia necesaria para marcar
el movimiento de tus dedos,
de esos listados de impulsos
como una cenicienta esperando el fin de su calandria
el fin  de sus días cristalizados.


Vendes tu atenta secuencia enferma
al somatizar tus emociones
entonces tu inteligencia emocional
se convirtió en un trago amargo de sonrisa.

Vuelve a vivir
destrozas el crudo momento
que se suavizó.


La tasca suena; un precio,
un daría lo que fuera
pero fuera de ello
sigues estando en el espacio suspendido
de esas palabras sometidas
de unos ojos que te llevan a pique
por un oleaje de sabores incomprensibles.


¡Qué mejor clase queda
que unas palabras hechas cenizas
en el cenicero!...


Carolina Payán.

0 comentarios:

Publicar un comentario