Venganza.

Tocas esa puerta alta y azul, esperas que alguien responda, esperas que te dejen entrar, esperas y nadie atiende tu llamado. Enojado pateas la puerta y la abres, entras a la habitación y tu esposa se encuentra casi desnuda sobre la cama, deseosa de un hombre, se levanta  pasa a tu lado, te gusta la ropa interior que lleva puesta, te encanta tu esposa ¿lo habías olvidado?. Vuelve a pasar a tu lado, te diriges hacia ella cuando ves que tu hermano la acompaña, a él también le gusta tu esposa.


Los dos comienzan a besarse y tocarse, escuchas a tu esposa gemir, tu hermano es mucho mejor que tú en la cama. Cuando estabas con tu esposa y se disponían a tener relaciones eras un ... no, cuando estabas con tu esposa y ella usaba esa ropa interior que tanto te gusta tú la amarrabas a una silla, la obligabas a verte teniendo sexo con una prostituta a la cuál llamabas bombón.


¿Te sientes mal?, ¿sientes?. Ya es tarde, ella no se arrepiente de haber comprado ese veneno, haber afilado sus cuchillos y haberte puesto en esas bolsas negras que ahora detestas. Sí, las detestas así como detestas todo lo que hiciste, todo el daño que causaste. Ya nada puedes cambiar, estás condenado, estás muerto. 



María José Rolón

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